Por estos días en que los membrillos están verdes esperando los soles del otoño que le darán el justo punto de madurez en aroma, color y textura. Por estos días, decíamos, en que muere el carnaval y el aire se llena de olor a lápices de colores nuevos, es tiempo de volver a este juego-trabajo-amor-ilusión de nuestros membrillos.
Alguno pensará que para el regreso hubiera sido apropiado reflexionar sobre las crisis, la vida de Fidel, Obama, Cristina, el campo o vaya a saber uno que historias del mundo global e injusto en el que se nos ha dado vivir. Sin embargo para el regreso tal vez sea mejor detenernos en ese afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato y que tan bien se endulza con el aroma de los membrillos. Porque, es preciso decirlo, este blog que compartimos con Ustedes es el resultado de ese afecto que floreció en septiembre para transformarse en sedosa y aromática fruta sobre el fin del verano. Porque estos membrillos periodísticos y literarios se fortalecen en la constancia y la permanencia. Porque los frutos aún verdes de este febrero guardan en su interior los soles de la primavera que los vio en flor. Porque la planta necesita de ese abono puro y desinteresado con que fue sembrada.
En fin, en este regresar al diálogo periódico con Ustedes no hablaremos de crisis ni de tragedias sino que nos detendremos en un recuerdo para lo mejor del alma humana, en un instante de reflexión sobre la vida y la libertad, sobre los sueños que se han compartido, sobre las esperanzas y sobre el poder para resistir, aunque para ello debamos mudarnos con membrillos y todo a Kamchatka.
Alguno pensará que para el regreso hubiera sido apropiado reflexionar sobre las crisis, la vida de Fidel, Obama, Cristina, el campo o vaya a saber uno que historias del mundo global e injusto en el que se nos ha dado vivir. Sin embargo para el regreso tal vez sea mejor detenernos en ese afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato y que tan bien se endulza con el aroma de los membrillos. Porque, es preciso decirlo, este blog que compartimos con Ustedes es el resultado de ese afecto que floreció en septiembre para transformarse en sedosa y aromática fruta sobre el fin del verano. Porque estos membrillos periodísticos y literarios se fortalecen en la constancia y la permanencia. Porque los frutos aún verdes de este febrero guardan en su interior los soles de la primavera que los vio en flor. Porque la planta necesita de ese abono puro y desinteresado con que fue sembrada.
En fin, en este regresar al diálogo periódico con Ustedes no hablaremos de crisis ni de tragedias sino que nos detendremos en un recuerdo para lo mejor del alma humana, en un instante de reflexión sobre la vida y la libertad, sobre los sueños que se han compartido, sobre las esperanzas y sobre el poder para resistir, aunque para ello debamos mudarnos con membrillos y todo a Kamchatka.
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1 comentarios:
Bieeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeen!!! Al fin no: tragedias, accidentes, bolsas de comercio, comercio internacional, elecciones, referéndum, etcéteras, etcéteras :D
Aplaudo este regreso que pedía, nada más. Exelente literatura, como siempre. Un abrazo: la lectora del mes XD
"Porque estos membrillos periodísticos y literarios se fortalecen en la constancia y la permanencia. "
Amén!
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